viernes, 25 de junio de 2010

RADICALES LIBRES




Poseen existencia independiente aunque tengan vidas medias muy breves.

Los radicales libres son átomos o grupos de átomos que tienen un electrón(e-) desapareado en capacidad de aparearse, por lo que son muy reactivos.

Estos radicales recorren nuestro organismo intentando robar un electrón de las moléculas estables, con el fin de alcanzar su estabilidad electroquímica.
Una vez que el radical libre ha conseguido robar el electrón que necesita para APAREAR su electrón libre, LA MOLÉCULA QUE SE LO CEDE SE CONVIERTE A SU VEZ en un radical libre, por quedar con un electrón DESAPAREADO, iniciándose así una verdadera reacción en cadena que destruye nuestras células.

La vida biológica media del radical libre es de microsegundos; pero tiene la capacidad de reaccionar con todo lo que esté a su alrededor provocando un gran daño a las moléculas y a las membranas celulares. Los radicales libres NO SON intrínsecamente MALOS. De hecho, nuestro propio cuerpo los fabrica en cantidades moderadas PARA LUCHAR CONTRA VACTERIAS Y VIRUS.

Los radicales libres producidos por el cuerpo para llevar a cabo determinadas funciones son neutralizados fácilmente por nuestro propio sistema. Con este fin, nuestro cuerpo produce unas enzimas (como la catalasa o la dismutasa) que son las encargadas de neutralizarlos. Estas enzimas tienen la capacidad de desarmar los radicales libres sin desestabilizar su propio estado.

(Resumen apañado de info wiki-tal y cual).



El contrapunto





Quizá el único día que merezca la pena reconocerse sea en el guiño del quiebro de la debilidad, el santo sin celebración de las incontinencias, el del pedo o el del punto donde el aliento sea de oloroso o de rosas, se desvanece.
El resto es una suerte de película, llena de todas esas palabras que definen cualquier cosa.
Ulmix.








jueves, 20 de agosto de 2009

cuando muramos hablarán de nosotros



He paseado por el cementerio y he dejado las flores en un nicho bello y reseco. El mármol estaba gastado como si fuera un sitio ajetreado y usado lleno de vida. El devenir acusa el mismo roce a aquellos que pasivos o activos se exponen al aire, a la vida, haciendo difícil a veces distinguir entre lo yermo y lo vivo.
Compré las flores, llegué a casa y las coloqué en un jarrón.
Las arreglo, las mimo y me siento frente a ellas a mirarlas.
El tiempo desaparece en la fijeza de las formas, líneas, colores y carnosidades.
Me levanto, ya no hay luz y me voy a dormir.

Me he vestido y puesto bonita para la ocasión.
Decir adiós es más difícil que doloroso.
En el paseo no repasé ni momentos buenos ni bonitos ni malos ni sinsentido. Recorrí el cementerio sintiendo hermandad y complicidad con cada uno de los que dejaron allí sus huesos.
El amor mata y con su beso besas la muerte, en el anhelo de resucitar tras el beso, la vida.
En una esquina redondeada por una verjita baja, que hace de jardín de los raseros del polvo y del aire caliente, estaba el rincón posible para dejar las flores y despedir a mi amor muerto.
Esas flores nacieron seguramente en un sitio ficticio, un invernadero, se mantuvieron en un escaparate helado refrigerado, cámara frigorífica, donde también retienen los muertos hasta ser enterrados.
Han tenido vida en mi casa con sus pies cortados, sin libertad y sin movimiento y han ido a morir a un lecho desconocido, de un hombre desconocido, en una despedida a aquel hombre con el que viví un tiempo de flores de colores, con los pies cortados, en una cámara frigorífica helada, por un corazón perdido.
Se tienden los puentes, se sigue según el camino.

U*L*M*A

los premios literarios